Una Alianza pujante
En un momento en el que la Unión Europea está atravesando una importante crisis de identidad, los países de la Alianza del Pacífico han decidido acelerar su proceso de integración económica. Mientras el viejo continente, dividido y reticente a profundizar en su integración, pierde influencia, otras regiones del planeta, más confiadas y seguras en sí mismas, están tomando el relevo.
Mucho han cambiado las cosas desde que en la Cumbre de las Américas celebrada en la ciudad argentina de Mar del Plata en 2005 los países de Latinoamérica, con el anfitrión a la cabeza, rechazaran de plano el proyecto estadounidense de crear un área de libre comercio desde Alaska a Tierra de Fuego. Era la época de ascenso populista en la región, que llegó a alumbrar —por iniciativa del fallecido Hugo Chávez— un proyecto económico propio: la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Once años después, México, Colombia, Perú y Chile han dado la bienvenida —por ahora como observador— a Argentina, que bajo la presidencia de Mauricio Macri ha recuperado el crédito internacional, tanto en el sentido financiero como en el de fiabilidad. El desembarco argentino, y los tanteos a Brasil en el horizonte, colocan a la Alianza del Pacífico como una de las asociaciones económicas más importantes del planeta. Un proyecto que además tiene la mira puesta en una zona geográfica —la cuenca del Océano Pacífico— que ya compite con el Atlántico como epicentro económico. La Alianza no es, por tanto, una mera asociación económica regional sino que tiene una acertada aspiración de influencia global.
Con este panorama, Europa debe luchar por mantener su influencia, reforzando no solo sus estructuras de integración internas sino el vínculo con la primera economía democrática del mundo culminando el TTIP. Desde Latinoamérica llega un claro mensaje de integración que conviene no desoír.
02/07 – http://internacional.elpais.com